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El crimen como política de Estado en la IV República por Stella Lugo

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El crimen como política de Estado en la IV República por Stella Lugo

En memoria de Fabricio Ojeda, a 50 años de su asesinato

Stella Lugo

Hoy, 21 de junio, se cumplen 50 años de uno de los crímenes políticos de mayor impacto en la sociedad  venezolana. Medio siglo ha transcurrido, ya, del asesinato de Fabricio Ojeda en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (Sifa), hecho al cual, por su significado y en la idea de contribuir al rescate de la memoria histórica, le dedicaré esta ya acostumbrada columna de los martes.

Fabricio Ojeda, un insigne periodista que ejerció el oficio con profundo respeto, profesionalismo y ética de la verdad, se desempeñó como Presidente de la Junta Patriótica, instrumento que unificó la lucha del pueblo venezolano contra la dictadura perezjimenista y lideró uno de los episodios más importantes en la larga brega de nuestro pueblo por la conquista de la igualdad y la libertad: La rebelión popular del 23 de enero de 1958. Dolorosamente, fue eliminado físicamente por el gobierno que materializó la traición al ideario democrático-popular que había levantado aquella lucha de los años cincuenta.

La sumisión a los designios del imperialismo estadounidense, particularmente a los intereses de las llamadas siete grandes que controlaban el negocio petrolero; además, la adopción de medidas antipopulares y represivas,  caracterizó  a los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, a la cabeza de los cuales se colocaron los exiliados por la dictadura; todo lo contrario a la aspiración que cifraban los luchadores que enfrentaron al tirano: Fabricio Ojeda en puesto de vanguardia.

Acción Democrática impuso un régimen de terror que empujó a los sectores patrióticos y populares a la  contienda armada. Las posibilidades de lucha legal por sus reivindicaciones se habían cerrado para el pueblo y Fabricio Ojeda, fiel a su consecuencia revolucionaria, tomó la decisión de acompañar los destacamentos de vanguardia en las nuevas circunstancias. Un fragmento de su Carta de Renuncia al Congreso Nacional, donde había llegado como el diputado con mayor votación, habla de su voluntad y desprendimiento, recordémosla:

“Colegas diputados…vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento- este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado-, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria por la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”.

Pero, es importante entender que lo de Fabricio no fue un crimen aislado, fue parte de una política de Estado, en cuya cima represiva se inscribe la inauguración en América Latina de la política de los desaparecidos… Así era la llamada “Democracia Representativa”, esa que ahora quieren reponer en nuestra Patria,  desde la OEA, sin entender que cuando un pueblo se hace consciente de sus derechos, no regresa.

Nosotras, nosotros, no vamos a retornar, sabremos superar la dura arremetida del imperio y de sus cómplices: los apátridas confabulados en la MUD. Y lo haremos,  no sólo por el futuro de un nuevo mundo posible que debemos construir, sino porque se lo debemos a la memoria de mujeres y hombres como Fabricio Ojeda, quienes sembraron el pasado de ideas, valentía y gallardía, ofrendando hasta su vida por la causa del pueblo. Por quienes nos antecedieron y por quienes nos relevarán, seguiremos en batalla.

“En defensa de la patria todo es lícito, menos dejarla perecer”

José de San Martín

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