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Elección y prórroga, por Douglas Játem Villa

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Elección y prórroga, por Douglas Játem Villa
El ser humano debe ocuparse debidamente de los asuntos significativos para su bienestar. Sin embargo, parece posible que en ocasiones la psicología, o la psiquiatría, le recomienden aislarse de ellos para evitar los problemas de salud que le ocasiona la angustia que la situación del país le crea.

En mi caso, en más de una ocasión me he planteado esta situación, y hoy, precisamente, tiendo a pensar que no le debo parar a la “propuesta” de elecciones legislativas anticipadas presentada por Maduro, y a la decisión de la llamada “constituyente”, con c, de autoprorrogarse hasta 2020. No obstante, creo que puedo convertir el asunto en una especie de otro desahogo, traduciéndolo en lo que verdaderamente es, una reiteración de la barbarie que caracteriza al “gobierno”.

Una primera consideración consiste en lo estúpido que es pensar que puede proceder la renovación de un poder público con vigencia plena, pero el gobierno ha demostrado que no comprende lo que es estupidez, o que ésta no le importa, sino simplemente su juego, por muy ilegítimo e incalificable que pueda ser. Claro está que el gobierno dirá, no argumentará, que la AN no existe porque está en desacato. Una vez más se comprueba que es prácticamente imposible participar racionalmente en alguna comunicación con el gobierno, y cabe preguntar si esta actitud gubernamental no influye hoy, en alguna medida, en el razonamiento de los sectores que han propuesto la negociación con el gobierno, respecto de lo cual se reitera que se negociaría si fuera creíble la seriedad y responsabilidad del gobierno, aún por encima de su ilegitimidad, y si el tiempo de negociación para que se produzca una nueva elección presidencial, o general, es razonablemente corto.

Se insiste en preguntar a los “exigidores” de la negociación si hoy día, después de la última “maduración” gubernamental, le abonan un mínimo de responsabilidad al gobierno por único hecho de que para ellos no hay otra salida. Otra consideración es preguntar si habrá algún sector opositor que acepte ese esperpento a cuenta de la “segura” victoria en esa votación, y que además cuestione a quien no la acepte. Quizás lo más importante es reiterar que se acepta el menjurje madurista, si se acompaña con una nueva y legítima elección presidencial. Con relación a la constituyente, con c, ocurre algo similar, es ilegítima, o inexistente, un simple aparato gubernamental, pero durante unos dos años ha usurpado funciones y atribuciones que no le corresponden, en razón de lo cual no se puede siquiera imaginar su prórroga.

Desde otro punto de vista, se piensa que se tiene que apreciar permanentemente la actividad opositora con el objeto de profundizar sus aciertos y corregir sus fallas. Sin considerar que se tiene la verdad, y reconociendo que los actos políticos tienen sus momentos indicados, se pregunta si se han reconocido debidamente los errores muy graves cometidos por la sociedad venezolana, muy específicamente por los partidos políticos y demás organizaciones relacionadas con la materia, que significaron el “desconocimiento irresponsable, en ocasiones corrupto, de los derechos del pueblo”, y acarrearon el deterioro de la democracia y su caída final en diciembre de 1998. Se puede preguntar si la conducción de la oposición, incluyendo los diversos funcionarios que ha designado Guaidó, no debiera ser algo diferente y constituir otra mentalidad y otra motivación. Se aprecia muy positivamente la actitud de varios venezolanos destacados en años anteriores que hoy dicen que no están para ocupar posiciones de poder”, sino solo para asesorar con su experiencia, pero hay otros que son de otra pinta.

También, con relación a la situación de Venezuela, se debe prestar atención al desempeño de los grandes gobiernos líderes de la humanidad, en este caso con relación a conflictos como los de Libia, Siria y Venezuela, y el tema del cambio climático, entre otros. Sin querer caer en el pesimismo, no parece ser suficientemente cierto que los problemas humanos, como los asuntos señalados, pesan más, para los intereses de esos grandes países, que sus intereses propios, los cuales en alguna medida son intereses particulares, “imperialistas?”. En otras palabras, la situación de la humanidad sigue siendo compleja, ha avanzado en algunos ámbitos, pero no lo hace en otros muy importantes, y todo lo cual se insiste en el papel que debe jugar la religión.

Especial por

Douglas Játem Villa

CACTUS24 21-05-19

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