Con sacrificio, Daniel estudió medicina integral comunitaria. Le gustaba servir a los demás. Hasta le pedía prestadas medicinas a su papá para darle a una vecinita que convulsiona, después se las reponía, pero siempre su intención era ayudar a la comunidad, cuenta su hermana Andrea López, convencida que vivir en Las Palmitas fue el error de ellos, el no denunciar -por temor- que la banda secuestró a Daniel. En 2018 una mujer se atrevió a denunciarlos y su cuerpo apareció desmembrado en la entrada a esa localidad.

 

Sus compañeros de trabajo hicieron un alto en su jornada para ir al Departamento de Patología Forense a acompañar a la familia López y apoyar en la exigencia de la entrega del cadáver, pues las autoridades pretenden hacer un «entierro controlado»: solo familiares cercanos, de la morgue al cementerio. Todos exigían un velorio digno.

 

 

 

Daniel fue un joven que se quiso superar y estudió medicina integral. Asistía a sus clases con los zapatos rotos hasta cuando recibió su título, en esos días cuando Las Palmitas estaba revolucionada por aquel caso de la mujer decapitada. 

 

 

En esa zona muchos habitantes lo apreciaban. Además, llevaba el programa de nutrición de su comunidad en apoyo a una fundación. «Fue un médico entregado, humanista. Amó su profesión hasta el final. Siempre fue una persona colaboradora», recuerda Yoseila Alonso, otra médico comunitario y compañera.

 

Mientras tanto, la morgue permanece fuertemente custodiada por oficiales de la Policía de Carabobo. Los dolientes de «El Bebe» en Las Palmitas escuchan a todo volumen vallenatos y la familia López continúa exigiendo justicia.