El mes de sensibilización sobre el Cáncer de Mama, que se celebra en países de todo el mundo cada mes de octubre, ayuda a aumentar la atención y el apoyo para la sensibilización, la detección temprana y el tratamiento, así como los cuidados paliativos de esta enfermedad.
Cada año hay alrededor de 1,38 millones de casos nuevos y 458 000 muertes por cáncer de mama (IARC Globocan, 2008). El cáncer de mama es, con mucho, el cáncer más común en mujeres en todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en desarrollo. En los países de ingresos bajos y medianos, la incidencia ha ido aumentando de manera constante en los últimos años debido al aumento de la esperanza de vida, el aumento de la urbanización y la adopción de estilos de vida occidentales.
Actualmente no existe un conocimiento suficiente sobre las causas del cáncer de mama, por lo que la detección precoz de la enfermedad sigue siendo la piedra angular del control del cáncer.
Cuando el cáncer de mama se detecta temprano, y si se dispone de un diagnóstico y tratamiento adecuado, existe una gran posibilidad de que el cáncer de mama se pueda curar. Sin embargo, si se detecta tarde, el tratamiento curativo ya no es una opción. En tales casos, se necesitan cuidados paliativos para aliviar el sufrimiento de los pacientes y sus familias.
Datos
La mayoría de las muertes (269 000) ocurren en países de ingresos bajos y medianos, donde la mayoría de las mujeres con cáncer de mama son diagnosticadas en etapas tardías debido principalmente a la falta de conciencia sobre la detección temprana y las barreras a los servicios de salud.
Se estima que en 2018, en Italia, había 52.800 mujeres y unas 500 mujeres murieron. La mortalidad aumenta continuamente: ambas disminuyen un 1,4%, y esto se ha demostrado que es eficaz en nuevas terapias en el diagnóstico precoz, lo que permite individualizar el tumor en una fase inicial.
Tratamiento
El tipo de tratamiento que reciba para el cáncer de mama dependerá de la etapa de su cáncer.
En general, hay cinco opciones de tratamiento y la mayoría de los planes de tratamiento incluyen una combinación de los siguientes: cirugía, radiación, terapia hormonal, quimioterapia y terapias dirigidas. Algunos son locales y se dirigen solo al área alrededor del tumor. Otros son sistémicos y se dirigen a todo el cuerpo con agentes que combaten el cáncer.
El cáncer de mama metastásico
Muy a menudo, el cáncer de mama metastásico surge años después de que una persona ha completado el tratamiento para el cáncer de mama temprano o localmente avanzado . Esto a veces se denomina recurrencia distante.
Un diagnóstico de cáncer de mama metastásico no es culpa suya. No hizo nada para que el cáncer se propagara.
La mayoría de los cánceres de mama metastásicos son células de cáncer de mama que permanecieron en el cuerpo después del tratamiento para el cáncer de mama temprano. Las células de cáncer de mama siempre estaban ahí, pero estaban latentes (inactivas) y no se podían detectar. Por alguna razón desconocida, las células cancerosas comenzaron a crecer nuevamente. Este proceso no se comprende bien.
El cáncer de mama metastásico se puede tratar. El tratamiento se enfoca en extender la vida y mejorar la calidad de vida.
Su plan de tratamiento está guiado por muchos factores, que incluyen:
- La biología del tumor (características de las células cancerosas) y dónde se ha extendido el cáncer.
- Tus síntomas
- Tratamientos anteriores contra el cáncer de mama
- Siempre está bien obtener una segunda opinión en cualquier momento durante su tratamiento.
- Obtenga más información sobre los factores que afectan las opciones de tratamiento .
- Aprenda sobre áreas emergentes en tratamiento
Relatos de dos sobrevivientes que derrotaron al cáncer
El pasado 29 de septiembre a Verónica Canales Flores le dieron una de las mejores noticias de su vida: está libre de cáncer de mama. Con una sonrisa de «oreja a oreja», mirada brillante y actitud luchadora, Verónica comparte su nuevo lema: «Las pérdidas son ganancias».
No llora ni titubea al hablar. No hay melancolía. Por el contrario, vestida con su camisa rosa – que muestra el lazo rosa símbolo de la lucha contra esta enfermedad -, maquillada y con vistosos aretes recibió alegremente en su casa a LA PRENSA de Nicaragua para contar su historia.
«Nunca me pasó por la mente que yo iba a ser una paciente de cáncer. Solo escuchar la palabra significaba la muerte para mí», comienza a decir Verónica, quien entre risas aclara que ahora brilla más que antes. Aún tiene la cabeza rapada, Verónica, de 28 años, pero eso no la acompleja, no hay razón.
Se muestra natural, se toca el lado izquierdo del pecho, «donde estaba mi chicha». No tiene pena en usar camisas ajustadas y dejar entrever la mutilación, aunque reconoce que siente pesar porque ya no usa camisas escotadas. «Soy coqueta», dice entre risas.
Antes de que su vida fuera alterada, aquel 29 de noviembre de 2019, Verónica trabajaba como empleada doméstica y vendedora independiente. Jamás imaginó que la inflamación, los «mordiscos» y el dolor en su pecho izquierdo era una señal de que su seno estaba siendo atacada por el cáncer.
«Eso fue duro, yo agarré ese análisis, me fui al final donde dice conclusión y decía cáncer pero pensé, no, se equivocaron, esta no debo ser yo», relata Verónica sobre el día que recibió noticia de que tenía Carcinoma Ductal Inltrante (CDI) en grado tres.
La joven, quien en ese momento estaba acompañada de su esposo, entró en un estado de shock y de negación. Sin embargo, una vez «digerida» la información, «lo primero que pensé fue en mis hijos. Me voy a morir, dije yo», agrega Verónica, quien tiene dos hijos, una niña de nueve años y un niño de seis años. «Yo me solté en llanto, yo salí del hospital y venía en el bus llorando», recuerda.
Ese mismo pensamiento de dejar a sus hijos en la orfandad fue lo que devastó a doña Fanny Sánchez Morales, de 52 años. La noticia de que tenía cáncer de mama en segundo grado aquel 11 de febrero de 2016, la llevó a pensar que se moriría y que sus hijos – de 14 y 10 años en ese entonces – quedarían solos.
«No se imagina cómo lloré, porque cuando a usted le dicen que tiene cáncer es como si le dicen que va a morir, y yo tenía a mis hijos pequeños y solo pensé ‘ay Dios, mis hijos van a quedar solos’», cuenta doña Fanny entre lágrimas. Doña Fanny también coincide con Verónica, que antes de conocer su diagnóstico ella sentía «mordiscos» e inflamación en su seno izquierdo, sin embargo, ella lo asociaba con el proceso de menopausia.
Por su parte Verónica creía que esos síntomas eran del problema de mastitis que desarrolló con el periodo de lactancia de su hijo. Diagnóstico contra reloj Cuando a Verónica le diagnosticaron la enfermedad, ya no podían recuperarle el seno. El cáncer estaba extendido en todo su seno izquierdo y lo único que podían hacer los médicos era tratarla urgentemente para salvarle la vida.
«El doctor me dijo que era un tumor de hace cuatro años pero estaba dormido y cuando él salió, salió agresivamente», declara. La joven, como es el caso de muchas mujeres, no recibió una respuesta rápida por parte del sistema de salud pública.
Según relata Verónica, ella pasó consulta en el centro de salud de su comunidad en agosto de 2019. En ese momento la trataron como un caso de mastitis, pero debido a que no mejoraba su condición, en septiembre nuevamente visitó la unidad de salud y fue hasta entonces que le recomendaron el ultrasonido. Sin embargo, el examen fue programado en diciembre en el hospital, la unidad de referencia para tratar esta enfermedad, es decir, casi tres meses después.
Verónica reconoce que si no hubiese sido por «conectes», probablemente la historia sería otra. En noviembre, en un hospital privado pudo realizarse el ultrasonido donde le armaron que tenía cáncer. En su proceso de negación, la joven pudo llegar al hospital -antes de su cita- a hacerse el examen pero los resultados nunca los conoció, pues le dijeron que en enero estarían listos pero no fue así.
“Es a la fecha y ni siquiera llamaron para decirme: mire le salió tal cosa en la biopsia”, lamenta.
«Yo ya no podía dormir boca abajo, me molestaba demasiado y el pecho era el doble de su tamaño, era una roca y aquello caliente, caliente», recuerda Verónica. En su desesperación, ella buscó apoyo por otro lado, hasta que encontró a la Fundación Ortiz Gurdián. Debido al avance de su condición, el tratamiento fue sin demora.
La joven pasó por quimioterapia y cirugía, y dentro de poco inicia la radiación. La solicitud del examen de mama que le extendieron a doña Fanny decía «urgente». Cuando lo leyó, ella sabía que su situación no estaba bien.
Tanto Verónica como doña Fanny expresan que el no tener un seno no es una afrenta para ellas, y tampoco se sienten menos mujeres. Por el contrario, reconocen que durante ese proceso de la enfermedad, donde quedarse sin cabello es uno de los momentos más dolorosos, le hacen confirmar el valor que tienen y lo valientes que son. Las ahora saben lo duro y doloroso que es llegar al final de la lucha: pasan por mareos, náuseas, dolor de cabeza, dolor de estómago, diarreas, cambian de humor, pierden el cabello… pero aún así las dos coinciden que le sacaron provecho a cada adversidad.
«La mayor bendición que tenés en la vida es la salud, en esta batalla no he perdido, he ganado», comparte doña Fanny, quien agrega que le apesaró más perder su cabello que el seno.
Verónica recuerda con nostalgia su cabello rizado y largo. Fue por eso que lloró y no así por la pérdida de su seno izquierdo. Cuenta que llegó a llorar frente al espejo por su cabello, no aceptaba que quedara calva. Sin embargo, ahora declara: «Haber pasado por ese proceso de cáncer ha sido una motivación para vivir.
Cactus24/19-10-2020
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