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Jonathan González: El sacerdote que realiza automisas en Caracas

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Jonathan González: El sacerdote que realiza automisas en Caracas
Mientras la mayor parte de los templos religiosas en Venezuela permanecen cerrados desde hace siete meses por la cuarentena, el sacerdote católico Jonathan González se reinventó y recurrió al estacionamiento de su iglesia para oficiar automisas y sortear así las limitaciones de las autoridades.

Desde las escalinatas de la puerta trasera de una antigua iglesia católica de estilo ecléctico, en medio de la barriada de clase media del El Paraíso, en el oeste de la capital, González junto a otros de sus colegas sacerdotes oficia cada quince días, durante los períodos de flexibilización de la cuarentena, una singular misa en la que participan decenas de feligreses quienes desde sus vehículos, aparcados en el estacionamiento del templo, escuchan y participan en la ceremonia.

Bajo medidas de bioseguridad los religiosos realizan la ceremonia y se acercan sólo a los carros para entregar en la mano la hostia a los feligreses durante el acto de la comunión.

Tras la detención de los primeros casos de COVID-19, a mediados de marzo, las autoridades impusieron una cuarentena y ordenaron la suspensión de las concentraciones en los templos religiosos y otros eventos públicos para evitar la propagación del nuevo coronavirus que ha dejado 88.372 contagiados y 770 fallecidos en la nación sudamericana.

El gobierno anunció recientemente que se está considerando una posible reapertura de los templos religiosos como parte de un proceso de flexibilización ante la reducción de los contagios que se ha reportado en las últimas semanas.

Luego de más de 15 automisas que se han hecho desde agosto en la iglesia de Nuestra Señora de Coromoto, González, un misionero redentorista de 43 años, se muestra satisfecho y dijo a The Associated Press que representan una respuesta pastoral al servicio de sus fieles carentes del servicio litúrgico» durante la pandemia.

Desde el asiento delantero de una camioneta color verde, y protegida por un tapabocas, Gabriela de Bello, una ingeniero civil de 59 años, afirmó que pasó difíciles tiempos durante los casi cinco meses que estuvo sin participar en actos religiosos, y confesó que desde que interviene en las automisas y recibe la eucaristía es «lo más maravilloso que hay.

Bello indicó que aunque se abran nuevamente los templos religiosos espera que el sacerdote González mantenga la iniciativa de las automisas porque siente que su carro es «un espacio donde se está muy resguardado.

González aseguró que su iglesia es pionera de la iniciativa en Venezuela, país mayoritariamente católico. En otro países como Francia, Colombia y Paraguay los religiosos católicos también han recurrido a las automisas para superar las limitaciones de la pandemia.(Información de AP)

Cactus24/26-10-2020

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