Las autoridades federales de Estados Unidos ejecutaron anoche a Corey Johnson, de 52 años, condenado a la pena capital por una serie de asesinatos.

Johnson formaba parte de una banda que cometió, en 1992, una decena de asesinatos, especialmente de rivales, en la región de Richmond, en Virginia.

El hombre fue condenado por un tribunal federal debido a su participación en siete de ellos.

Johnson recibió la inyección letal en la cárcel federal de Terre-Haute, en Indiana, y fue declarado muerto a las 11:34 p.m. (hora local).

En su testimonio final, el reo se dirigió a las familias de las víctimas y a sus propios familiares, a quienes pidió perdón por sus acciones.

“Quiero decir que siento mis crímenes. Quería decir eso a los familiares que fueron victimizados por mis acciones y quiero que se recuerden esos nombres. Hubiera pedido perdón antes, pero no sabía cuánto lo sentía. Espero que encuentren paz”, comentó.

“A mi familia, decirles que siempre la amé y su amor me ha hecho real. En las calles, buscaba atajos, tenía buenos modelos a seguir, pero buscaba de lado… estaba ciego y fui estúpido. No soy el mismo hombre que fui”, añadió.

Pero también tuvo palabras para sus carcelarios. “Al personal (penitenciario), gracias, han sido amables. La pizza y el batido de fresas fueron maravillosos, pero no tuve las donas rellenas de gelatina. ¿Qué sucedió? Esto debería ser solucionado”, ironizó.

La ejecución tuvo lugar pese a los reclamos de sus abogados, quienes alegaron que la inyección de pentobarbital podría causarle al reo -que acababa de salir de un cuadro de la COVID-19- un sufrimiento impedido por la Constitución. (Con información de AFP)

Cactus24/15-01-2021