Tal día como hoy un 9 de agosto de 1499, el navegante Alonso de Ojeda arribó a la península de Paraguaná y por esta circunstancia fue bautizada como Provincia de San Román, denominación oficial que se usó en los documentos del gobierno español durante algún tiempo, así como también en las cartas de navegación de la época.
Ya en el año 2005 en la población de Moruy las cámaras de los municipios Los Taques, Carirubana y Falcón aprueban por unanimidad la ordenanza que establece el 9 de agosto como el Día de la península de Paraguaná.
La península de Paraguaná está ubicada al norte del estado Falcón, en Venezuela. Es una zona xerófila y de suelo árido casi en su totalidad. Tiene una extensión territorial de 3.405 km². Debe ser vista como una isla que se unió en el Holoceno con el continente por un istmo básicamente rocoso al que la aportación de las arenas marinas convirtió en un estrecho corredor de relación, siendo la región de tierra firme más avanzada en el mar Caribe que tiene Venezuela.
En ella predomina la llanura, la extensión de sus sabanas, y sin embargo, nada le define mejor ni la revela tan plena como el Cerro de Santa Ana. Ha sido el cerro, referencia inmejorable para los navegantes de todas las épocas. Paraguaná significa «conuco entre el mar».
Acá te traemos unos datos curiosos de Paraguaná:
- Los cardones cortados del aljibe para purificar el agua: En los pueblos paraguaneros, no es extraño ver que los aljibes o estanques de agua limpia tengan cardones (cactus) cortados en el fondo. De acuerdo a los abuelitos, los cardones purifican el agua que allí se encuentra. Un estudio reciente de la Universidad Francisco de Miranda determinó que los cactus arrojados en dichos estanques forman una delgada capa de un polímero en el fondo, haciendo sedimentar el polvo y las impurezas del agua e impidiendo que salgan a la superficie. Así que, después de todo, ¡los abuelitos paraguaneros tenían razón!
- El origen de los dos nombres de la región: Alonso de Ojeda y “un conuco entre el mar”: Alonso de Ojeda llegó a la península el 9 de agosto de 1499, justo en el día de San Román, razón por la cual la denominó “Provincia de San Román” en sus cartas de navegación. El nombre de “San Román” aún se encuentra presente en la actual Paraguaná: el punto terrestre más norte no sólo de la península, sino de nuestro país, es conocido como “El cabo de San Román”. Lo que Ojeda no logró fue que su designación continuara como nombre de la península. Esto es porque al momento de su “descubrimiento”, la región ya estaba poblada por indígenas de la tribu Caquetía (entre otros), quienes ya tenían un nombre para la península. Los caquetíos la llamaban “Paraguaná”, que en su lengua significa “conuco entre el mar”.
3. “El Niño” está detrás de las ánimas de la Coro-Punto Fijo: En el año 1905 se inició una sequía causada por el conocido fenómeno de El Niño. Se agudizó con el tiempo hasta el año 1912, en el que simplemente no llovió. Los pobladores, desesperados, con los animales muriendo de sed y con una plaga de langostas que acabó con lo poco que quedaba de los cultivos, iniciaron un éxodo en masa hacia Coro.
Lamentablemente, para muchos esta búsqueda desesperada por agua no fue exitosa: una gran parte murió de sed durante el camino, y muchos otros se desorientaron y se perdieron en las arenas de los médanos. No se sabe exactamente cuántas personas murieron, pero cerca de 1940 un pastor encontró en el sector de Guasare algunas de las osamentas provenientes de este éxodo. El pastor decidió colocar varias piedras y una vela encendida para iluminar a aquellos que fallecieron en tan dura travesía.
Hoy día existe allí un templo conocido como “Las ánimas de Guasare”, en el que hay velas encendidas permanentemente. También es tradición en la autopista Coro-Punto Fijo que cada conductor (que conozca la historia) haga sonar la bocina de su vehículo en el sector Guasare como señal de respeto.
4. “Cumaraguas” no es sólo el nombre de un caserío y de las salinas: El nombre proviene de un animalito (y no al revés, como yo solía creer). “Cumaraguas” era el nombre con el cual los Caquetíos conocían a cierto tipo de cangrejo con caparazón rojizo. Los Caquetíos también denominaban con ese mismo nombre al agua y la espuma de color rojiza o rosada que se forma en las salinas homónimas. Y para aumentar la “confusión” de un foráneo, así también se llama el caserío cercano, inmortalizado por Alí Primera en su “Canción mansa para un pueblo bravo”.
Por otra parte, nadie sabe exactamente qué quiso decir el cantor del pueblo con “El lagrimear de las Cumaraguas”. Algunos piensan que la frase refiere a la tristeza de los lugareños por las duras condiciones de esa época, pero los lugareños creen que se trata al fenómeno de cuando “la sal se derrite”, ya que parecen lágrimas.
6. La práctica de salar el chivo una tradición prehistórica presente en el milenio: En la Paraguaná prehispánica, los Caquetíos tenían una manera de preservar las carnes pese a las altas temperaturas y al inclemente sol que predomina en la península durante casi todo el año: utilizaban la sal como agente conservante. Por mucho tiempo, pescados, conejos, iguanas, matacanes y todo tipo de carnes fueron untadas con sal de las Cumaraguas. Luego apareció el “chivo” (con la llegada de los españoles): este animal se adaptó muy bien al clima de la región -y a las técnicas de salado de los indígenas-. El chivo salado se sigue preparando en la actualidad, pero no por falta de refrigeración sino por el toque característico de la sal, que le da un sabor exquisito.
Cactus24 (9-08-2021)
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