Estos son algunos de los comportamientos que delatan a una persona tóxica.

¿Te reconoces en ellos?

Estamos desbordados de información que nos ayuda a identificar a una persona tóxica y cómo alejarnos de ella pero, ¿nos hemos planteado alguna vez si somos nosotros mismos los que estamos dificultando la vida a alguien?

Las relaciones sociales son parte de nuestra naturaleza humana y somos considerados seres sociales. A diferencia de otros seres vivos, para nosotros nuestra estabilidad emocional y psicológica pende o atraviesa por habernos desarrollado en entornos de crianza alejados de relaciones familiares tóxicas y buscamos relaciones lo menos tóxicas posibles, pero eso no siempre ocurre porque podemos dar con personas con cierta «toxicidad» o, lo que podría ser peor, convertirnos nosotros mismos en una de esas personas que intentan amargar la vida al resto.

Sin embargo, ser una persona tóxica no pasa desapercibido, por lo que es sencillo descubrir si lo somos puesto que nuestros actos nos podrían estar delatando. Para empezar a ser consciente, la psicóloga Oceanía Martín, del centro psicológico Cepsim, explica que, por ejemplo, si se trata de una relación amorosa, es fundamental que ambas personas tengan «un espacio nutritivo» ya que si una de las personas está ocupando el espacio por los dos, podría no ir bien.

«Podemos darnos cuenta de esto observando cómo nos relacionamos con nuestra pareja y estar atentos a las señales de alerta, como pueden ser que volquemos nuestras frustraciones en nuestra pareja, instalándonos en la queja y el victimismo; que le responsabilicemos de nuestro bienestar y malestar; que le carguemos con cubrir nuestras necesidades, bien sean emocionales o materiales, no respetar sus espacios ni sus tiempos fuera de la pareja.. Estos serían solo algunos ejemplos de cómo a través de la manipulación, la falta de empatía y de cuidado de la pareja, nos podemos convertir en tóxicos en nuestra relación.

Comportamientos delatores

Dependiendo de cada persona, se puede dar un amplio número de comportamientos, aunque algunos que se ven con frecuencia son los siguientes, tal como indica Oceanía Martín.

1. Elevado egocentrismo, siendo el centro de la relación. Un ejemplo podría ser, según la psicóloga de Cepsim, a través de una gran necesidad de validación y baja tolerancia a la crítica, reaccionando atacando a la otra persona, desvalidando su opinión o acusándole de no valorarnos o querer hacernos daño.

2. Colocarse en el papel de víctima excusándose o culpando a su pareja de cualquier cosa que le ocurra o a agentes externos, sin responsabilizarse.

3. Manipular emocionalmente a nuestra pareja para que se sienta culpable y conseguir que haga o deje de hacer lo que queremos sin tener en cuenta sus necesidades.

Una persona toxica, de una manera u otra, con más o menos intensidad, «es tóxica con todas las personas con las que se relaciona», pero es cierto que cuanta menos implicación emocional y más funcional es una relación, da menos lugar a la aparición de conductas disfuncionales y menos puede dañar al otro: «Las personas tóxicas son vampiros de la energía y bienestar emocional y su acción es devastadora cuando se dan en relaciones familiares de crianza, cercanas, de pareja o laborales y la figura ostenta además una posición autoritaria»

Cambio de comportamiento

Pensemos que un cambio de mentalidad es posible y una persona tóxica puede dejar de serlo. Lo fundamental para ello es poder reconocer lo que está ocurriendo para «poder responsabilizarse» y saber qué nos ocurre a uno mismo para comportarnos de esa forma.

Según Oceanía Martín, pueden estar ocurriendo muchas cosas, como inseguridad, dificultad para nutrirnos o relacionarnos con nosotros mismos.

Asimismo, puede darse también el miedo al abandono, elevada necesidad de reconocimiento o carencias afectivas. «Una vez que lo podemos ver, reconozcamos que tenemos este problema y solicitemos ayuda profesional para poder mejorar la relación con uno mismo y por lo tanto también con los demás».