Los propietarios del castillo francés de Vaux-le-Vicomte, famoso por haber despertado la envidia de Luis XIV y su decisión de levantar Versalles, fueron sorprendidos durante la pasada noche por seis individuos encapuchados que los maniataron para llevarse sus joyas, valoradas en dos millones de euros.
Los dueños del castillo, Patrice de Vogüé y su esposa Cristina, de más de noventa años, se encuentran en buen estado de salud, aunque aún alterados por los hechos, según informó a Efe la Fiscalía de Melun, al sur de París.
«El robo del que fueron víctimas los propietarios de Vaux-le-Vicomte la pasada noche no ha afectado a las colecciones del castillo. Ha tenido lugar en un apartamento privado. Los propietarios están bien. El castillo permanece abierto al público en los horarios habituales», indicó la dirección de la propiedad en Twitter.
A las 04.00 hora local (02.00 GMT), seis encapuchados asaltaron el castillo llevándose sin armas y sin usar la violencia la caja fuerte en la que guardaban las joyas. El modus operandi hace pensar a las autoridades que los ladrones conocían el lugar.
El castillo de Vaux-le-Vicomte es hoy la propiedad privada más grande de Francia, y recibe anualmente más de 250.000 visitas anuales.
La grandiosidad que desprende a día de hoy recuerda, más de tres siglos después, el carácter caprichoso del Rey Sol, que empezó a cultivar la leyenda de un monarca omnipresente cuando condujo a la desgracia al propietario de Vaux-le-Vicomte.
Se trataba del vizconde de Melun y de Vaux, Nicolas Fouquet, que fue nombrado ministro de Finanzas del rey por el primer ministro, el cardenal Mazarin, y estaba destinado a sucederle a la muerte de éste, en 1661.
Sin embargo, su cercano colaborador Jean-Baptiste Colbert, cegado por la envidia de su éxito, lo acusó ante Luis XIV, de 22 años, de haber robado dinero público, delito que en realidad había cometido Mazarin.
La ostentosa construcción del castillo, a unos 60 kilómetros de París, terminó de convencer al monarca, cuya residencia estaba entonces fijada en el Palacio del Louvre, de que había que acabar con la influencia de Fouquet.
Fouquet no se conformó con la propiedad inicial que encontró y decidió ampliar el territorio despojando algunas de las aldeas colindantes e incluso desviando un río para crear sus espectaculares jardines, obra inicial del llamado jardín a la francesa, que más tarde se mejoró en Versalles.
El vizconde y marqués se sirvió de los mejores artistas de su época para levantar el dominio, como el arquitecto Louis Le Vau, el pintor y decorador Charles Le Brun o el paisajista André Le Nôtre, el mismo equipo que poco después iniciaría las obras de Versalles.
El responsable de finanzas terminó por encolerizar a Luis XIV con sus esplendorosas fiestas y su riqueza, que explican, según los historiadores, el empeño del Rey Sol por acabar con el ministro que le hacía sombra.
Éste sería detenido en 1661 por el capitán de guardia del rey, D’Artagnan, acusado de malversación y depuesto en el cargo. Le cayó la cadena perpetua, que cumplió en una prisión de los Alpes, en la que murió en 1680.
En 1847, Fouquet revivió en la literatura gracias a Alexandre Dumas, que le dio un papel principal en su obra «El Vizconde de Bragelonne», la última parte de la trilogía de «Los tres mosqueteros», centrada en la hazaña por rescatar de la prisión al supuesto hermano gemelo del rey ayudado por los mosqueteros.
Cactus24 19-09-19
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