La búsqueda de Lázaro Barbosa, de 32 años, el asesino que mantiene a Brasil pegado al televisor se ha extendido ya por 16 días. Los campos del interior del estado de Goiás (centro-oeste) se convirtieron en un campo de batalla en las últimas dos semanas.
La tranquilidad de las haciendas de ganado y las suaves colinas del distrito de Girassol han sido tomadas por 270 policías de diferentes fuerzas de seguridad. Los equipos usan imágenes de satélite y drones que consiguen registrar movimientos a 250 metros de distancia, incluso de noche con sensores de calor.
Casi cada día hay una pista, un indicio, de que Lázaro estaría a punto de ser apresado, pero el hombre más buscado del país siempre consigue escapar en el último momento. El territorio, repleto de grutas y cavernas, es su mejor aliado. Según los investigadores, es probable que duerma en las copas de los árboles para no dejar ni rastro.
Todo empezó el pasado 9 de junio. Ese día, Lázaro invadió una casa de campo en Ceilândia, a las afueras de Brasilia y asesinó a un padre y sus dos hijos, de 21 y 15 años.
La madre de los jóvenes, Cleonice, fue localizada muerta el sábado 12, sin ropa y con marcas de violencia. Según la policía, la víctima presenció la muerte del marido y de los dos hijos. Además, el cadáver tenía un disparo en la nuca y las orejas cortadas.
El día después de esa masacre, Lázaro invadió otra casa cercana; sometió a las víctimas, se alimentó y acto seguido huyó bosque adentro. Llegó a invadir una tercera casa en la misma región. También secuestró a sus ocupantes y robó un vehículo. Se dirigió hacia Cocalzinho, donde abandonó e incineró el carro. Invadió otra casa y robó otro coche para escapar del cerco policial.
Desde entonces, Lázaro y la policía están inmersos en un auténtico juego del gato y el ratón. El asesino está consiguiendo doblegar a los agentes por su alto conocimiento del territorio, como confesó en una entrevista al Correio Braziliense el comisario que investiga el asesinato de la familia, Raphael Seixas.
«Tiene técnicas, tiene la habilidad para permanecer en el campo el tiempo que haga falta. La dificultad es extrema, el terreno lo conoce muy bien. Un cuñado suyo me dijo: «él se esconde en el bosque, ve a policías pasando a su lado, lo ve todo y ustedes no consiguen capturarlo» (…) Obviamente él está cercado, pero tiene ese perfil de enfrentamiento, no se va a rendir. Sólo se entregará si es baleado», afirmó.
En su periplo huyendo de la policía, el asesino ya habría recorrido unos 80 kilómetros, pero Lázaro no sólo sabe cómo esconderse campo a través. Está armado y no duda en disparar cuando se siente acorralado. El 15 de junio, dos agentes de la Policía fueron baleados durante las tareas de búsqueda. Ese mismo día, Lázaro tomó como rehenes a una pareja y un adolescente en la localidad de Edilândia.
Los vecinos de la zona están aterrorizados. Algunos incluso dejan comida en la puerta de sus casas para que Lázaro pueda alimentarse sin tener que entrar a robarles. En los últimos días aumentaron los relatos de quienes afirman haberlo visto: en una gruta, en una pocilga… son siempre avistamientos fugaces y difusos.
Los últimos testigos afirman haber visto a un hombre cojeando. Policías, bomberos y decenas de perros rastreadores están en la zona. Hasta ahora, nada. La Secretaría de Seguridad Pública de Goiás ha puesto en marcha una aplicación para que los vecinos de un área de 100 kilómetros a la redonda puedan hacer denuncias o peticiones de ayuda.
En medio de tantas fatigas, bulos, e informaciones contradictorias, tampoco faltan momentos de surrealismo tropical: cansada de ver cómo la policía está siendo «toreada» por el fugitivo, una diputada bolsonarista, Magda Moffato, de 72 años, decidió tomarse la Justicia por su mano.//Agencias
Cactus24/25-06-2021
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