A Fabiana Márquez le brillaron los ojos cuando probó el panecillo relleno de jamón y queso. La recordó muchas cosas. Esta inmigrante venezolana no comía un cachito desde hacía en casi cinco año…
A Fabiana Márquez le brillaron los ojos cuando probó el panecillo relleno de jamón y queso. La recordó muchas cosas. Esta inmigrante venezolana no comía un cachito desde hacía en casi cinco años hasta que se topó con un vendedor callejero frente a la embajada de Venezuela en México.
La diáspora venezolana tiene cada vez más acceso a las tradicionales arepas, cachitos, empanadas y pastelitos de Venezuela, que ayudan a combatir la nostalgia y a ganarse la vida.
Márquez se fue de Venezuela en el 2017, en medio de una crisis social, política y humanitaria que hizo que seis millones de personas emigrasen a otras naciones del continente y más allá. Trabajó de niñera, limpiando hoteles, de mesera y en otras cosas, sobre todo en el interior de México. En el tiempo que pasó se alejó de sus raíces y de la comida típica que tanto disfruta.
Me dio mucho gusto porque yo tenía muchos años que no comía comida venezolana, declaró Márquez junto al vendedor, quien tenía contenedores de plástico llenos de platos venezolanos en un elegante barrio de la capital mexicana. Desde que llegué a México no había comido nada más que unas arepas y me había desconectado completamente de lo que es la comida venezolana.
Mientras que ella no puede disfrutar mucho de su comida típica, los mexicanos la están descubriendo. La diáspora venezolana abrió numerosos puestos de venta de arepas de choclo, cachitos, empanadas y pastelitos, que ayudan a combatir la nostalgia y a generar ingresos muy necesitados.
Muchos de los puestos se concentran en el exclusivo barrio Roma, pero también los hay en sectores de clase media y baja, así como en ciudades como Cancún, Acapulco, Puebla, Aguascalientes, Metepec y Culiacán.
Nelson Banda tenía una fábrica de ropa unos 130 kilómetros (80 millas) al oeste de Caracas y vendía uniformes escolares en todo el país. Tuvo que cerrarla hace un año y medio por la inflación, que hizo subir demasiado los costos de producción. Vendió el equipo y se vino a la Ciudad de México, donde tenía familiares.
Banda vende unas 80 empanadas y 40 cachitos diarios frente a la embajada venezolana. Luce un rompeviento con los colores de la bandera venezolana y vende también una malta típica de los desayunos venezolanos.
La mayoría de sus clientes son gente como Márquez, que deben hacer trámites o averiguaciones en la embajada, pero también hay clientes que van seguido.
Sienten el calor venezolano cuando ven estas cosas, dijo Banda. Aquí hay una colonia venezolana grande y, bueno, aquí, en la comunidad, todos tratan de subsistir, cada quien monta su negocio a su manera y vende lo que puede.
Organismos migratorios internacionales calculan que países de América Latina y el Caribe recibieron al 80% de los venezolanos que emigraron en los últimos años. Colombia y Perú son los que más venezolanos cobijaron, y últimamente México pasó a ser un destino popular porque no exigía visas a los venezolanos y está cerca de Estados Unidos, adonde muchos emigrantes esperan llegar algún día.
Con información de AP
Cactus24//03-05-2022
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