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Lo bueno de las verdes y las maduras por Douglas Játem Villa

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Lo bueno de las verdes y las maduras por Douglas Játem Villa

Ya es como un disco rayado denunciar el pésimo desenvolvimiento del pueblo venezolano durante más de 23 años debido al destructivo comportamiento del gobierno, lo cual se ha traducido en una impune violación de derechos humanos y otros, afectando conquistas humanas muy valiosas como democracia y libertad, el ingreso familiar, causa principal de la emigración de unos seis millones de venezolanos; la disponibilidad generalizada de bienes y servicios esenciales, tales como alimentos, educación, salud, agua, electricidad, gasolina, gas, transporte, y deterioro de la calidad de vida en términos generales, y pare de contar.

Esta evolución desastrosa correspondiente al periodo 1999-2022 contrasta con la trayectoria que registró nuestro país a partir del 23 de enero de 1958 hasta los años finales del siglo XX, cuando el Sistema Político venezolano entró en unos años de desviaciones de mayor y menor gravedad que contribuyeron a su caída y a la llegada al poder de unos enemigos de la democracia. No se dice que nuestro pueblo, especialmente los partidos políticos y sus directivos, fue siempre ejemplo de responsabilidad y participación. Se acepta la cuota de culpabilidad que corresponde dentro del deterioro registrado, sobre todo por las faltas tan graves en las cuales se incurrió al haber encomendado la función esencial del gobierno a personas y organizaciones, no solo incapaces para una misión tan vital, sino, como se dijo, enemigos de la democracia y la libertad.

Al lado de las calamidades que hoy padecemos en Venezuela se pueden apreciar las buenas realizaciones también conocidas que se registraron en los diversos campos del proceso nacional a partir de 1958, tales como la siembra de la democracia, la derrota del intento de la Revolución Cubana de apropiarse de Venezuela al costo irrecuperable de las vidas de venezolanos que se perdieron, algo que en alguna medida lograron después ya sin necesidad de derramar un tiro, y gracias a la traición de quienes lo posibilitaron; el muy importante crecimiento de la educación en todos los niveles, pudiendo recodar el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y la creación artística, dentro de lo cual resalta el Sistema de Orquestas Sinfónicas y Coros Juveniles e Infantiles, algo reconocido y valorado en todo el mundo; el crecimiento y diversificación de la economía, destacándose la creación de PDVSA una de las empresas petroleras más grandes del mundo; de SIDOR y todo el complejo industrial de Guayana, algo que también ejerció un impacto a escala internacional;  la actividad agropecuaria y la pesca, y también un apreciable Sistema Nacional de Salud.

Cada día se encuentran muchas denuncias reclamando y exigiendo los correctivos correspondientes, hasta el punto que pareciera que ya no queda alguna palabra nueva para seguir reclamando las soluciones vitales. No se sabe si el caso es que el gobierno piensa que la sociedad venezolana no existe, o que lo que no existe es el mismo gobierno. Se reclama aún un mínimo de seriedad y formalidad de parte de un gobierno enredado en su incapacidad, como la que exhibe en el caso del “famoso” Instructivo de la ONAPRE con el cual se trató de negarle a los docentes venezolanos su derecho a recibir la bonificación vacacional, y luego, para poner la torta completa, el TSJ revela que el tal instructivo no existe por defectos de forma, y amenazando con cárcel y multa a todo aquel que ejerciendo su derecho reclame lo conducente. Como se puede ver, no se sabe si es que el gobierno piensa que los venezolanos no existimos, o que lo que no existe es el mismo gobierno

Otro ejemplo de lo “dudoso” que es el gobierno se encuentra en su equivocado manejo de los problemas de la devaluación monetaria y la inflación. Una de las leyes fundamentales de la economía, la Ley de Oferta y Demanda, establece la necesidad de que la economía opere en condiciones de equilibrio entre la demanda, la cantidad de un bien que se quiere comprar, y la oferta, la cantidad de ese bien que se está vendiendo. Debe entenderse que se trata de la cantidad total del bien que se quieren comprar y vender a nivel del universo total de la economía. Ante la falta de este equilibrio se producen cambios en los valores respectivos en materia de cantidad y precio. Cuando se quiere comprar más de lo que se está vendiendo, sin que sea posible aumentar  la cantidad en venta, el resultado es que el precio de lo que se está vendiendo aumenta. Esto es el origen de la inflación, algo que el Banco Central y el gobierno no han podido corregir, como lo evidencian los sufrimientos de la familia venezolana para mantener su existencia. Recientemente se registró en Venezuela un aumento del precio de un bien, el dólar, como consecuencia de que aumentó la cantidad del bien que se quería comprar por encima de la cantidad que estaba vendiendo el vendedor principal, el Banco Central de Venezuela. El ente emisor reaccionó y aumentó en 200 millones la cantidad de dólares que estaba vendiendo y logró frenar la tendencia alcista.

Debe entenderse que se trató del resultado de la situación planteada, pero no de una solución general, la cual debe producirse sin que sea necesaria la intervención del Banco Central, es decir que la economía disponga libremente de la cantidad de divisas, de reservas internacionales, necesaria para posibilitar cualquier transacci9ón resultante de su operación. El Banco Central, y cualquier actor del proceso, debe saber que la economía venezolana confronta un problema muy grave en materia cambiaria dada su insuficiente disponibilidad de reservas internacionales, y por ende que está sujeta a una muy grave inestabilidad cambiaria, la cual exige el diseño y aplicación técnica de un plan económico que incluya un conjunto de políticas económicas que le permitan sanar y regularizar esta deficiencia, lo cual significa, en primer lugar, aumentar la disponibilidad de divisas internacionales, principalmente a través de exportaciones, algo muy complicado para Venezuela dadas las muy serias, y bien conocidas, limitaciones en materia de producción y exportación petroleras. Esperemos, todavía más, que el gobierno y el Banco Central de Venezuela lo aprendan  

Me cuido de exagerar la apreciación positiva y de ocultar nuestras equivocaciones, pero como dice el dicho ”Ni tan calvo ni con dos pelucas”, me cuido también de no registrar los aciertos que no se cuentan, incluso para indicar referencias a veces equivocadas o improcedentes al rentismo petrolero. Me apoyo en un escritor español de nombre Juan Manuel de Prada a quien no conozco, de visita en Venezuela, y que nos obsequió un artículo que un desconocido amigo me hizo llegar a través de la red, referido a su apreciación del pueblo venezolano, la cual me permito agradecérsela enormemente . No me es posible anexarlo por la ya larga extensión de este artículo, pero al menos incluyo algo de su contenido. Espero lo puedan leer    

“Uno llega a Venezuela y, de repente, todas esas reservas que, presuntuosamente, consideramos un avance de la urbanidad se desmoronan: existe tal desprendimiento, tal entrega sin ambages, tal fluencia de afectos en estas gentes por las que circula nuestra misma sangre que uno siente como si se hubiera desembarazado de una hojarasca de impedimentos que avejentan su espíritu, para entregarse a sentimientos que creía hibernados a perpetuidad

El único modo de ser españoles completos consiste en ser un poco venezolanos, en contagiarse de esa generosidad que no les cabe en el pecho – Seguir mirando el futuro en medio del derrumbe – Sobrevivirá a sus gobernantes catastróficos – Tanto anhelo de mejora  no puede obtener como respuesta solo acabamiento”

Douglas Játem Villa

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